Mirabas
con tristeza las frías baldosas bajo tus pies y besé solemne el
blanco de tus mejillas, como un siervo devoto a su dios... y volví
la cabeza al alejarme, mientras caían mis lágrimas... y caminé a
través del mar y el cielo y del infierno, HASTA BORRAR PARA SIEMPRE
TU RECUERDO MORDIENTE.
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